El consumo del cangrejo está estrechamente ligado a la identidad guayaquileña, pese a que es posible hallarlo en otras provincias de la Costa, como Esmeraldas y El Oro.
Es que comer cangrejos es todo un ritual, sea en la casa o en el cangrejal (el más sucio posible, por favor). Si es en casa hay convocar a la familia o a los amigos para lavarlos, matarlos, cocinarlos... y todos dicen tener la mejor receta para el aliño en el que jamás puede faltar el chorrito de cerveza. Si es en el cangrejal, hay que hacerle sitio a las botellitas de 'biela' bien heladas mientras fluyen las anécdotas sobre otras comilonas pasadas, sobre lo degraciados que pueden ser hombres y mujeres en el amor, lo mal que le va al equipo de nuestros amores o la añoranza al 'pana' que migró porque no hallaba trabajo...
El historiador José Antonio Gómez Iturralde, director del Archivo Histórico del Guayas, dice que e cangrejo era uno de los pilares de la alimentación de los primitivos habitantes de la provincia, que los sacaban de los manglares, su hábitat natural, del que hoy en día quedan pocos resquicios por el proceso de urbanización de Guayaquil.
Ya en la época de la Colonia y la Independencia comenzó a cultivarse la tradición de juntar a la familia los domingos para degustar el crustáceo, ya sea en ensalada, carapachos rellenos o 'a mazo limpio'. ¿Por qué gusta tanto? "Porque es rico". Es la primera respuesta del historiador... Ya pensándolo mejor dice que "es nutritivo" y que "mueve la economía de un estrato de la población de Guayas: los cangrejeros".
A mi me encantan los cangrejos... Las patas gordas y el carapacho, especialmente, aunque estoy a dieta y solo puedo comer las patitas de tres! De ahí la idea de montar este blog, que intenta mostrar por qué hechiza el paladar de los guayaquileños y de los foráneos (claro, cuando dejan de verlos como 'arañas') y por qué es parte del estilo de vida de los 'monos'. Es una ventana a las historias tejidas alrededor del 'Guayaquil cangrejero'.
